10/2/08

El Pantano de La Viñuela

(El Pantano, Carmen Mª Valverde)


Esta vez os traigo, una imagen del Pantano de la Viñuela, por desgracia, esta foto es, como mínimo, del año pasado. Es decir, hoy por hoy, no tiene tanta agua. Apenas, se divisa, creo que en términos porcentuales es un 25%, y este sería alrededor del 45-50%. Pero eso es otra historia, que en su día será contada…

La historia de este pantano, es reciente, se construyó allá por el 1988, y recuerdo que cuando yo era pequeño, no tendría más de 6 o 7 años, sinceramente, no recuerdo, pero iba con mis primos, mis primas y mi hermana, por aquel entonces el Pantano, aún estaba vacío, y el Río Guaro, seco. Así que podíamos caminar por la zona a nuestras anchas.
Como todo aquello estaba seco, y el Pantano nunca había llegado a llenarse, aún, la primera y única vez que esto pasó, fue en el 2000 (o alrededor); a ver si no me desvío mucho con las ideas, y no me lío. Pues como iba diciendo, íbamos; como tantas veces dice mi amigo; por aquel páramo los cinco, no recuerdo si seis, divididos en dos grupos, mi hermana, y mi prima más pequeña –aún así, mayor que yo–, y no recuerdo si mi primo pequeño. Y mi prima mayor, mi primo, varios meses menor que yo, y yo.

No recuerdo muy bien de que irían hablando ellos, pero nosotros, ya que mi prima era la mayor, y por tanto, la que más sabía, nos iba contando cosas sobre los dinosaurios, y fantaseábamos (más bien nos creíamos) que allí seguía habiendo restos de dinosaurios, estos restos eran las raíces de los árboles, que, supongo, por las obras del pantano salieron a relucir. Además, nos contaba, cómo llego el fuego a los hombres de las cavernas, cuando un rayo, prendió fuego a un árbol, y estos lo guardaron en una cueva, para que no se acabase, y sólo cogían el que necesitaba. Yo imaginaba, una caja de cerillas gigante, no sé porqué.

Ese es el primer recuerdo que tengo del pantano, y ocurrió cuando aún estaba seco. Luego fui creciendo, y el Pantano se llenó de agua. Lo que implico la llegada de pescadores semiprofesionales, y amateurs, como yo. Dado que es un Pantano de tierra, y no de obra, su suelo es tramposo, es decir, puedes pisar sobre firme, o puedes quedarte clavado en él. Cuando estaba lleno, fui allí a bañarme con mi padre, mi madre, mi hermana y un amigo, como mi padre había crecido allí, nos señaló una zona, digamos, poco peligrosa para bañarnos. Los flotadores que usamos para aquel baño, fueron garrafas de agua vacías (botellas vacías con una capacidad de 25-30 litros).

Seguí creciendo, y junto a otros amigos, vivimos experiencias inolvidables, a las que he querido llamar odiseas, rompimos una canoa y la robamos para conseguir desanclar un hidropedal, y otras tantas, ocurridas en el Río Guaro –más adelante os hablaré de él–. Con otros primos, pasábamos las tardes pastoreando cabras, saltando el río, jugando al fútbol, dos contra dos, y una vez, que se intentó jugar dos chicos contra tres chicas, no se hizo. Otras tantas tardes con la bicicleta, y paseando con viejas amigas, imaginando algo más que amistad…

Estos son los recuerdos alegres que guardo del Pantano, pero al igual que todos las cosas, también se presta a recuerdos amargos, y vivencias más tristes. Muchas tierras fueron expropiadas para construirlo, era algo necesario, pero eso no es lo más amargo, sino el número de muertes que han ocurrido ahí. Ahora mismo no sabría precisarlas, pero han sido 5 o 6, creo recordar, algunos, según decía la gente, suicidios con los coches, otros simples accidentes. Y el más reciente, el año pasado, o un poco antes, un joven rumano murió en manos de esa tierra tramposa, se quedó clavado mientras buceaba y no pudo salir (según dicen la gente del lugar, yo personalmente, sólo pude escuchar la noticia en televisión y periódicos comarcales).